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Gritar. Perder los estribos

A veces es difícil no perderlos.
El niño se aconstumbra a los gritos a los que cada vez menos hace caso: "perro ladrador, poco mordedor. Al final para que el niño haga caso, habrá que gritar tanto que ninguna garganta humana está concebida para alcanzar la potencia de grito necesaria para que el niño reaccionase.

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Nunca.

Nunca esperes de la vida soluciones, no esperes que te regalen perdón por tus errores; Siempre existe aquél que insiste en derrumbar tu mundo, resulta mas fácil odiar que sembrar amor profundo... Les resulta más fácil mirar... y señalar con un dedo tu mayor estupidez, sin darse cuenta que a su pecho lo señalan otros tres. Se creen que arrepentirse te regala el cielo; Ignorando que el perdón ha nacido ciego. Nunca entregues amor a quien no se lo merece, nunca llores a quien se aleja, el decidió dejar de cultivar tu sonrisa que cada día crece. Acaricia tiernamente a ese perro que te cuida... ese animal, el más leal a pesar de no poder hablar, pero te demuestra lo que es amar. Y por ser muy breve, El tiempo, es algo que nunca lograremos valorar. Por ello perdemos lo que amamos por temor a demostrar.

Sin pensar.

Sincero el paisaje sin fotografías, sincera tu mirada en frente de la mía, sincera la sonrisa que me sacas, cuando volamos a cualquier sitio sin planear el viaje sin contar los días. Sintiendo la brisa de tus cálidos labios, sin ninguna prisa en acercarlos, sin complicaciones para acariciarlos, sin evitar emociones al besarlos. Sin olvidar cuando no estás, sin dejar de acercarme, sin pensar en consecuencias, sin miedo a cortarme, me da igual decirte lo que eres para mi... Singular y natural tan bella como normal, sin obligar ni forzar la distancia que nos divide, sin pensar mal... sin... sin dejarte de amar.

Placer de tenerte.

Me hablas de lugares idílicos, Yo te hablo debajo de la manta, Me dices de volar a ver las estrellas, tú, una estrella cuando me cantas. Me encantas, Sólo tu voz es melodía para mis oídos, Dejar volar nuestros secretitos Que sólo los escuche nuestra cama, Y que de testigos sean nuestros latidos. Me hablas de sueños lejanos, Yo te hablo de dejar de ser una dama, Donde la llama de esta guerra que me das, es tan efímera, que tan sólo quiero perderme entre tus ramas, entre tus garras. Cuantas ganas, De volver a nuestra cancha, De hacer lo que siempre nos engancha, De ser gotas de sudor que manchan, Cuando la cama se emborracha, Todos nuestros objetivos se tachan. Quiero arrancar de los calendarios las despedidas grises, La despedidas del amanecer, Y prometer, que este noche será sólo de placer. Y quiero guardar en tu calendario recuerdos de nuestras noches felices, Lo reencuentros de anochecer, Y agradecer, las noches que están por florecer.